jueves, 21 de junio de 2012


Cuello:

Los exámenes de cabeza y cuello deben complementarse siempre dada la frecuencia con la que algunas lesiones de cabeza, la cara, o cavidad bucal afecta a los ganglios linfáticos cervicales.

Se requiere particular destreza para examinar cuello, pues músculos, capas aponeuróticas, estructuras cartilaginosas u óseas enmascaran signos físicos, y ellos mismo resultan fáciles de confundir con procesos patológicos.

Inspección:

§  Forma

§  Tamaño

§  Piel

§  Adenopatías

§  Masas

§  Simetría

§  Hinchazón

§  Pulsaciones

§  Fistulas

§  Limitación de movimiento



Es importante identificar las siguientes estructuras: musculo esternocleidomastoideo, la tráquea, cartílago tiroides, hueso hioides y sus astas mayores, la clavícula y las pulsaciones del bulbo carotideo y de la tercera porción de la arteria subclavia.

Palpación:

Esta debe efectuarse con la superficie palmar de los dedos.

Masas:

§  Localización, tamaño, consistencia.

§  Las masas en cuello pueden empujar la tráquea hacia un lado.

§   Identificar los cartílagos tiroides y cricoides.



Tráquea:

§  Palpe cualquier desviación y sensibilidad.

§  Palpe el espacio entre la tráquea y el musculo esternocleidomastoideo de ambos lados.



Ganglios linfáticos cervicales:

§  tamaño,

§  forma,

§  delimitación,

§  consistencia,

§  movilidad y

§   sensibilidad.



Se palpa con los pulpejos de los dedos segundo y tercero con un movimiento rotatorio suave. Los ganglios sensibles señalan inflamación y los duros o fijos indican malignidad. La linfadenopatia difusa origina sospecha de infección por VIH.




Glándula tiroides:

El tiroides normal suele ser palpable en personas delgadas, a cada lado de la tráquea, como masa firme y lisa que se con los movimientos de la deglución, en personas obesas o de cuello corto quizá no se perciba. Cuando se observa aumento del volumen del tiroides hay que determinar:

§  Forma

§  Extensión

§  Consistencia

§  Vascularización







Lesiones del tiroides:

Bocio: crecimiento de la glándula tiroides. Esta puede ser a expensas de un lóbulo, del istmo, de ambos lóbulos o de la glándula en total. A esta situación también se le conoce como tiromegalia.

Cáncer de tiroides: este puede iniciar como un nódulo solitario. Es una glándula dura, pétrea con metástasis a los ganglios cervicales. Adherido a los tejidos subyacentes. Esta patología puede provocar ronquera, compresión del esófago (disfagia) o compresión de la tráquea (disnea).

Hipertiroidismo: los signos del hipertiroidismo pueden ser tan manifiestos que resulten evidentes, o hallarse tan enmascarados que escapen a la atención de quienes no sean clínicos muy experimentados.

El signo del hipertiroidismo que puede descubrirse en la propia glándula es el aumento de la vascularización. Son clásicos el thrill palpable y el soplo audible, pero solo existen en casos muy avanzados.

Los signos de hipertiroidismo no se limitan al examen local. También si la glándula es nodular, parece normal o esta hipertrofiada de manera difusa, hay que vigilar los signos oculares, el temblor, el calor, las manos húmedas, la piel fina con su dermografismo y el pulso saltón por presión diferencial alta.

La exoftalmia es signo eventual. Generalmente bilateral, puede ser monolateral. Los diversos signos especiales asociados con exoftalmos dependen de la posición anormal del globo ocular.

Triada de la enfermedad de Graves:

§  Bocio

§  Hipertiroidismo

§  Exoftalmos



Hipotiroidismo:

Tiroiditis: por examen físico pueden reconocerse cuatro tipos diferentes:

Tiroiditis supurativa aguda (bacteriana): la glándula tiroides es afectada raramente por una infección bacteriana específica. Esta puede ser secundaria, e inflamación de boca, amígdalas, o nódulos linfáticos cervicales. Las manifestaciones son fiebre, hipersensibilidad sobre la glándula, y raramente supuración. Puede afectar la tiroides tuberculosis o infección por hongos.

La terapéutica antibacteriana específica suele curar, pero puede ser necesaria la evacuación quirúrgica.

Tiroiditis subaguda no especifica: este trastorno se observa mucho mas frecuentemente en mujeres que en varones. El principio es súbito, con dolor de garganta, cuello y glándula tiroides. La glándula esta aumentada de volumen, dura y  muy dolorosa a la palpación, sobre todo en las primeras etapas. El proceso suele ser difuso, pero puede afectar más intensamente a un lado que a otro. La hipersensibilidad y el comienzo brusco muchas veces después de una inflamación de vías respiratorias altas, son datos diagnósticos importantes.

Bocio de Riedel: el comienzo es insidioso; los primeros síntomas son de compresión traqueal progresiva. La glándula esta substituida por tejido fibroso denso y duro, que suele causar hipertrofia irregular. La consistencia de la glándula es tal que el proceso no suele poderse distinguir de un cáncer. Puede requerirse una operación para aliviar la compresión de la tráquea o excluir el cáncer.

Bocio de Hashimoto: el primer síntoma suele ser la presencia de una masa en el cuello. La glándula esta aumentada de tamaño en forma difusa, pero no uniforme y tiene consistencia dura de caucho. Son frecuentes los síntomas de hipertiroidismo ligero. El trastorno puede ocurrir a cualquier edad, pero es más común en mujeres de mediana edad. A veces puede ser difícil distinguir el bocio de Hashimoto del cáncer. El padecimiento responde a menudo a la administración de hormona tiroidea, pero puede requerir operación para aliviar los síntomas de presión o excluir el cáncer. Debe evitarse la cirugía radical.

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